domingo, 3 de agosto de 2008

No te veo bien...

Boca jugó mal, le llegaron bastante, empató con un penal dudoso y cosechó su tercer 1-1. La preocupación cruzó las puertas cerradas.


ISCHIA EN LA NEBULOSA. EL EQUIPO TODAVÍA NO DESPEGA.
Jefe, me deja pasar.

-No, señor. Hoy las puertas están cerradas.

-Pero perdí a mi perro, tal vez se metió en el club. Mire: ésta es la correa...

-Bueno, pase y salga enseguida. Porque Boca juega un amistoso con Tigre y hay órdenes de Ischia de que acá no pase nadie.

No hay excusa que valga, salvo la del perro. La mañana de sábado en la Bombonera está cerrada. Los portones de acceso al club permanecen con candado y sólo se abren cuando la patente del auto que llega coincide con la lista que tiene el personal de seguridad. Sólo pasan los planteles de un lado y otro. Ni el público ni la prensa, algo raro en la época dorada xeneize, que no pasaba desde el ciclo de La Volpe. Para que no se vea nada y ensayar en soledad. Las alarmas, sin embargo, se encendieron puertas adentro y no tardaron en trascender los muros. Boca empató su tercer amistoso consecutivo y, tal como le pasó en México, ante un rival de considerable menor jerarquía. Pero con un detalle: sólo falta una semana para el arranque oficial.

El show privado comenzó 9.35, con ambos equipos con ropa de entrenamiento. Ischia eligió a los mismos titulares con los que venía ensayando en la semana, con el Pampa Calvo en el lugar de Ibarra, Pochi Chávez en la posición de Riquelme y Castromán por Palacio. Y Diego Cagna probó con Paparatto por Leyes, Jonathan Blanco en el puesto de Oviedo y volvió a poner tres delanteros por la baja de Ayala. Los dos, salvo por la posible vuelta de Palacio, pusieron lo que tienen en mente para el debut del domingo.

Boca, como le pasó en los amistosos, tuvo imprecisiones en la circulación y le faltó continuidad en la generación de juego. Dátolo por la izquierda y Chávez bien definido como enganche intentaron controlar la pelota, y Castromán se mostró como alternativa por ambas puntas, pero no les fue fácil llevarle juego a Palermo, referente de área al que casi no se le presentaron oportunidades para definir. Y atrás, otra gran preocupación sobre todo por lo visto en el primer semestre, otra vez hubo desacoples y Tigre llegó más veces de las que Ischia hubiese deseado. De hecho, Caranta tuvo que lucirse en varias para evitar más goles...

La forma en la que Tigre se tomó el amistoso, después de haber perdido 6-2 en el cierre del torneo Clausura y 6-1 en el amistoso del jueves ante Colón, también tuvo que ver con la falta de juego del equipo de Ischia. Presión, mucha entrega y actitud, ganas de recomponer una imagen algo deteriorada. De hecho, después de un arranque en el que la pelota cambiaba de dueño muy rápido, el segundo tiempo se jugó lejos del arco de Islas y a los 10 minutos llegó el gol. Le hicieron una falta a Villegas, Luna tomó el tiro libre y abrió la pelota para Giménez, el remate se desvió en el camino y se le metió a Caranta.

Aunque Calvo y Morel empezaron a subir más seguido, Vargas se adelantó unos metros en el campo y Dátolo y Chávez se hicieron de la pelota, a Boca le costó mucho arrimarse a Islas, que por momentos se movía en su área para entrar en calor y no sufrir tanto el frío. Los avances morían a diez metros del área rival. El empate recién llegó cuando Blanco desestabilizó a Dátolo y el árbitro Yamil Possi cobró un penal del que se quejaron todos los jugadores de Tigre, por el que lo rodearon como si fuera por los puntos. Sin marcha atrás, el Loco pateó, convirtió, fue a buscar la pelota adentro del arco y la llevó hasta el medio.

No se lo vio bien a Boca. Pero lo preocupante es que no fue sólo por la celosa custodia que mantuvo a todo el mundo lejos de la pelota por expresa orden de Carlos Ischia. Sino que fue por lo que hizo en la cancha en su tercer amistoso de la pretemporada. Boca sumó otro 1-1 y, además, varias dudas. Justo a una semana del arranque de la competencia oficial.

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