domingo, 7 de septiembre de 2008

Un nuevo Riquelme...

Un nuevo RiquelmeAun en su versión terrenal, Román fue el más ofensivo del equipo. Como en China, tuvo intervenciones espóradicas, pero fundamentales. Está bien que sea intocable.

EL 10 ACABA DE ESTRELLAR UN TIRO LIBRE EN EL TRAVESAÑO. COMO PARA NO LAMENTARLO ASÍ...

Es el último bastión del Coco. El más importante. Ya no sólo es irreemplazable: para Basile, Juan Román Riquelme es intocable. Podrá mover la clásica línea de cuatro a una más aggiornada línea de tres; podrá recoger el guante del Checho y hacerle un lugar a la ilusión de Di María; podrá resignar el mandamiento del nueve grandote y probar con los bajitos; podrá innovar desde su rol más de seleccionador que de entrenador... Lo que nunca podrá, salvo una catástrofe, es imaginar su Selección sin su bandera. No se lo perdonaría. Y más cuando delante de su sobretodo, el 10 juega para 5 y aún así es el hombre más ofensivo del equipo. Desde otro lugar, con un perfil más bajo, sin que todo gire a su alrededor, sin que el mundo pase por sus botines, Riquelme sigue siendo fundamental.

Ejemplos concretos...

Tiro libre en el travesaño, antes del tsunami Heinze-Pato-Tevez. 

Rosca precisa a los rulos de Coloccini, quien cabeceó como un decapitado.

Centro shot para que Agüero se sintiera por un rato su suegro (Dios).

Impreciso como nunca, entregó 18 veces mal. Asperos y obedientes, los paraguayos lo rodearon bien, le hicieron el 2-1 y hasta el 3-1. Sin embargo, bien estacionado como enganche, Riquelme fue el control dentro del descontrol. Hizo jugar, literalmente, a todos: sólo Carrizo y el Cata Díaz no recibieron del 10. La mayoría fueron cesiones de tenencia, para limpiar cuando el camino estaba minado. ¿Para atrás? Sí, varios, como para empezar de nuevo.

Pese a sus intervenciones más esporádicas, sigue siendo el líder. Fue el primero que le habló a Di María antes del pitazo inicial. También el que lo "encanó" cuando el pibe le dio un pase a contramano. La única sensación de gol de Tevez fue por una habilitación suya. Cuatro de las cinco que tuvo Agüero llegaron por sus pases...

Y también participó en la que el Kun convirtió el empate. La genialidad de Messi necesitó, en un momento, el toque limpiador para que su carrera continuara hacia la brillante asistencia. En ese movimiento se vio la compatibilidad entre Román y Messi: aceleración, pausa, toque, explosión, gol. La velocidad que se le pide a Riquelme la tiene Messi. Y el panorama que se le pide a Leo lo tiene Román. Más allá de su gran pase (parecido al que le dio también al Kun con Holanda), lo de Messi es más el desequilibrio en el uno contra uno.

Tiene razón Basile: Riquelme es único. Y por lo tanto, debe ser intocable (como Messi, como Mascherano). Aun en una mala tarde, el 10 es capaz de hacer lo más difícil: pensar. ¿Qué se hubiera dicho si Coloccini y Agüero dignificaban sus habilitaciones? 

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