lunes, 29 de septiembre de 2008

Los malos de la película...

Los malos de la películaDespués de nueve goles recibidos en tres partidos, todos apuntan a los defensores como los responsables. ¿Son ellos los únicos culpables o falla algo más?

Todas las miradas están puestas en Calvo, Cáceres, Paletta y Morel, villanos de turno. Tienen bajos rendimientos individuales pero también fallan otros y el sistema no ayuda.

La gente siempre exige culpables. Quizá harta de un sistema donde la Justicia no las entrega, quiere cabezas. Responsables. Y muchas veces decide: los apuntados de turno son los defensores y el arquero de Boca. Ellos son, hoy, sinónimo de derrota. Justo en una semana que venía para celebración, entre el triunfo del acné frente a Liga y la transpirada pero feliz experiencia rosarina. Ahora: ¿son ellos los únicos malos de la película? Porque hay que reconocer que individualmente no responden, pero el fútbol es un deporte colectivo y Boca muestra errores de funcionamiento, hijos de otros errores, y también otros de planificación.

Nadie duda, por ejemplo, de la influencia del cansancio en esta seguidilla letal que se cargó a Ibarra y a Morel (con una distensión, está descartado para el domingo). Pero esta sucesión infinita de partidos es consecuencia de la decisión de acudir a la Copa Gamper, que encimó inconvenientemente el partido con Newell's. Tampoco tienen la culpa los defensores de Boca de que los dirigentes, en esta época de sequía extrema de laterales, hayan vendido no a uno sino a dos (2) marcadores izquierdos como Monzón e Ibáñez y hoy apenas queden disponibles Calvo (tirado a la cancha por necesidad en un nivel que no le hace bien a él ni al equipo), Barroso (estuvo en toda lista de negociables) y Fondacaro, un chico que recibió su bautismo el martes pasado en la Bombonera contra el campeón de la última Libertadores.

Los defensores de Boca -y el arquero- tampoco tienen la culpa del sistema elegido por el entrenador. Alguno, caso Caranta, comulga incluso con el estilo de proponer siempre. Aunque nadie comparte los desequilibrios a los que a veces el propio técnico, con decisiones erradas, los expone. ¿Era el momento de juntar a Riquelme con Gracián sin el respaldo de Battaglia? Carlos Ischia asume, casi siempre, riesgos que marcan cierto desprecio por las fuerzas del rival, como si creyera, desde la soberbia de los poderosos, que la calidad de sus jugadores solucionará todo. Muchas veces, eso ocurre. Otras (Tigre y Godoy Cruz son las pruebas más frescas), falla redondamente y termina vapuleado y en situación crítica, corriendo desde atrás un objetivo que podría tener relativamente bajo control.

El rendimiento de Riquelme también escapa al control de los defensores de Boca. El 10 solía ser una ayuda importantísima para aguantar la pelota, para tenerla, para que no volviera enseguida, de contra y a altas velocidades. Pero hace rato que está --salvo el partido con NOB-- lejos de su nivel, exhausto físicamente por un ritmo que no llevaba ni hace diez años.

Caranta, Calvo, Cáceres, Paletta y Morel sí son responsables de lo que hacen dentro de la cancha. El arquero es irregular. El 2 no es el líder que demuestra ser en su selección. Y no es fácil jugar al lado de un Paletta que perdió confianza y al que no lo favorecen los grandes espacios que quedan entre su nariz y la espalda de los volantes. Morel es otro que están pagando la seguidilla, más allá de que nunca, como lateral, alcanzó la altura que -pese a su 1,75 metro- tuvo como central.

Javi García, Roncaglia y Forlin, en cambio, sobresalieron en los partidos en los que jugaron. Pero ellos no deciden. Hay una cabeza que debe hacerse cargo y responder. Las responsabilidades están más repartidas de lo que parece. 

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