jueves, 9 de octubre de 2008

Ya se hace la cabeza

Figueroa sueña con debutar en el próximo partido. Sí, en el Súper: "Uno tiene que demostrar, ojalá me haga jugar", dijo el ex River.

Ojalá que me haga jugar". La frase es de Luciano Figueroa, en su primera conferencia de prensa como jugador de Boca, sentadito en el hall de Casa Amarilla. Tiene una doble lectura, que reúne todas sus ganas: la de salir a la cancha con la camiseta de Boca. Aún restan detalles de su contrato a préstamo por un año, aunque él ya estampó su firma, pero ya quiere demostrar para qué vino. Y quiere, claro, hacerlo en el primer partido que tiene Boca luego de las Eliminatorias, nada menos que el superclásico. Y, así, quizás empezar a pagar con goles la fuerza que hizo Pompilio para traerlo y la predisposición de Ischia en aceptarlo, aun cuando primero no estaba en su consideración.

-¿Soñás estar al menos en la lista con River?

-Seguro. Todos queremos estar en partidos de tanta trascendencia. Por supuesto que depende del cuerpo técnico, ellos deciden. Pero me gustaría jugar...

-Se supo que el técnico prefería a Pavone. ¿Vos cómo te sentís?

-Yo llego bien, con ganas. Si es que no me pidió, trataré de hacer las cosas lo mejor posible para que me vea bien y me haga jugar. Me romperé todo en el entrenamiento para estar.

-¿Es difícil llegar a un club sin la venia del DT?

-Para nada. Yo creo que a un jugador no lo van a traer sin el consentimiento del DT. Obvio, uno tiene que demostrar que está bien. Para eso están las prácticas. Luego, él decidirá.

-Ya hiciste un gol...

-Estoy satisfecho porque trabajé a la par de todos. Primero en el gimnasio, con tareas de fuerza y velocidad. Y también me sentí muy bien en esa especie de picado que hicimos.

-Te volverás a encontrar con Riquelme...

-Es algo muy bueno jugar al lado de Román. Tenerlo de compañero es muchísimo. Si me toca jugar ojalá podamos entendernos bien... Bah, yo debo entenderlo a él. Riquelme es un gran jugador y los que lo acompañan sólo deben entenderlo. En cualquier momento te deja de frente al arco.

Dos veces le tocó ser verdugo de Boca, y gritó nueve veces. En la Quinta hizo cuatro (7-1); y en Primera cinco, en aquel partido ante Central, en Rosario, cuando Boca perdió 7 a 2, en el 2003. "Es cierto. Pasó hace tiempo. Una vez en el 99 y la otra en un partido especial, Boca vino con muchos chicos porque estaba festejando la obtención de un torneo. Era un equipo que no tenía experiencia", cuenta. Ahora, le tocará ponerse otra azul y oro. Y también gritar.

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