jueves, 16 de octubre de 2008

Entre ceja y ceja

Se acerca el clásico y Riquelme está cada vez más enchufado. Ayer jugó más cerca del arco, clavó tres goles en la práctica de fútbol y el que lo sufrió es Caranta, que jugó para los suplentes.
Se frena. Amaga. Pasa su pierna derecha por encima del balón. Y con la zurda la mete de emboquillada. Todo en una fracción de segundo. El no lo festeja, pero hay aplausos, desde la tribuna y de algunos compañeros. Así está Román. Contento, se lo ve. Sonriente. Motivado. Enchufadísimo. Con ganas de que sea domingo. Así lo sufrieron los defensores del equipo rival, lo sufrió el pibe Muñoz y también Julio Barroso, centrales del equipo suplente. Pero más que nadie lo sufrió Mauricio Caranta. Sí, justamente él, de quien se dijeron tantas cosas, antes y después del partido ante Estudiantes, sobre su relación con el 10 y de la relación del 10 con su salida ('de Boca?). Sí, justamente él tuvo que ir a buscar tres tiros de Riquelme dentro de su arco, con cara de "'por qué a mí?". Es que cruzarse con este 10, que desde que regresó de la Selección intenta enterrar lo que se dijo de él en las últimas semanas, es tener mucha mala suerte...

Fue raro ver enfrentados a dos hombres que, hasta hace 15 días, jugaban para el mismo equipo. Raro también fue observar a Caranta atajando por primera vez para los suplentes (en la práctica del sábado, hizo diferenciado). Claro, más raro fue para el propio arquero tener a Román tres veces mano a mano y verse obligado a ir a buscar la pelota adentro la misma cantidad de veces. No parecía feliz el cordobés, todo lo contrario. Se lo vio apagado y distante durante la hora que duró el partido. Una imagen que contrastó con la del enganche, al que se pudo escuchar dando indicaciones (sobre todo a Dátolo y Neri) y mostrando mucha movilidad, aunque de ninguna manera demostró tener animosidad en sus definiciones frente al ex uno. Pero claro, aunque no hayan sido a propósito, sus tres goles dejaron una sensación de silenciosa revancha. Es que Román, cuando Caranta quedó afuera del partido con Estudiantes hace 10 días, fue señalado como el responsable de su salida por la relación que mantiene con el arquero (más allá de que, oficialmente, se haya dicho que fue un problema familiar el que le impidió atajar en ese partido). Después, el escándalo quedó sepultado por uno mayor cuando Cáceres habló en Paraguay.

Más allá del duelo futbolístico que mantuvieron ambos en lo futbolístico, más allá de a quién le convirtió los goles, Román hizo una práctica bárbara. Primero, realizó todos los trabajos físicos a la par de sus compañeros, saltando conitos y haciendo pasadas. Y después, parado de media punta de a ratos, moviéndose por todo el centro del campo, tomando constante contacto con el balón, y, sobre todo, llegando mucho al área para asistir y también para definir, una cuestión inherente a la posición, más adelantada, que probablemente ocupe el domingo (ver Cambió de...). Román tiene entre ceja y ceja el arco. Y a River, claro.

El primero del hat-trick fue una obra de arte, cuando apenas iban 11 minutos del picado: con el amago, dejó tendido en el césped al arquero y definió por arriba de emboquillada. Después del empate de Pochi Chávez y del cabezazo perfecto de Viatri para el 2-1, llegaron dos definiciones similares: desde el borde del área, cruzadas, una con derecha y la otra de zurda. En el 3-1, contó con la colaboración del 9, que pivoteó, la aguantó y se la dejó servida para definir ante la salida de Caranta. El último fue obra exclusivamente suya: dejó atrás a Benavídez y Damián Díaz, mientras entraba al área, y la tocó perfecta, cruzada, rasante, dejando sin chances a Caranta. A un Caranta que sólo espera, como todos los hinchas de Boca, que el próximo que lo sufra sea, este domingo, Juan Marcelo Ojeda...

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