sábado, 12 de julio de 2008

El Millon...

Boca vende orgullo, chapa y jugadores. Hoy hasta le pagan por ver practicar al equipo. Razones y billetes del club más rico del país.

A Thierry Henry lo seducen los colores y el vínculo Diego Maradona para considerarse un hincha vip. A Europa lo seduce la chapa de multicampeón que el club sacó en Sudamérica y paga para ver, por eso invita a una gira que incluye Grecia, Hungría y España a cambio de 1.500.000 dólares. A Washington, capital top del planeta, lo seduce el hecho de mirar cómo corre el equipo en la ciudad y ofrece únicamente por ello (sin siquiera exigir un amistoso) varios billetes verdes con la cara del ex presidente norteamericano. Al Barcelona lo seduce invitar a un gigante de América para su ya famosa Copa Gamper y otra vez mira para el mismo barrio. Y la lista sigue, todos parecen seducidos, todos pagan por ver de cerca el mundo Boca. Y Boca, claro, cobra, recibe, suma, saca pecho: "Es lindo saber que en Europa y en los lugares que estaremos saben de nosotros, a Boca lo conocen muy bien", dice Carlos Ischia en plena conferencia de prensa.


Aunque reniegue del apodo, Boca hoy es el Millo. El millo-nario del fútbol argentino. El que recauda por nombre, jerarquía, popularidad y ventas. Sus negocios asoman casi perfectos. Sacude y asombra con los 71.000.000 de dólares que, por caso, recibió en total por las venta de Tevez, Gago y Banega, hombres de las Inferiores y con diferentes destinos. Pero también deslumbra con las cifras en las que se desprende de jugadores que no son megaestrellas (ni titulares): Silvestre se fue al Catania en 4.000.000 de dólares, Ledesma se va ahora al mismo club en 3.500.000 y Boselli acá nomás, a Estudiantes, pero aún sin explotar ya tiene un valor real de 5.000.000 (en La Plata, de hecho, pagarán 2.500.000 por el 50%).

Con sus plantitas salidas directo del semillero, a Boca le fue floreciendo una fortuna. Ni siquiera teniendo en cuenta los jugadores dejados libres (Marchant, Imboden, E. Herrera, Barbosa, Aróstegui, entre otros), el costo-beneficio parece tambalear. Seba Battaglia y Nico Burdisso, dos históricos (ambos ganaron su primera Libertadores con 20 años) también se vendieron por una millonada: el volante se fue al Villarreal (aunque volvió en el 2005) a cambio de 2.500.000 por el 50% de su pase y el cordobés se fue al Inter por 4.000.000.

Pero no sólo los grandes nombres salidos de la cantera llegaron a cifras fastuosas. También los menos conocidos ayudaron a inflar cifras imposibles para otro equipo argentino. Por Emiliano Insúa, hoy en el Liverpool, se recibieron 1.700.000 euros. Por Carlos Marinelli, enganche, ahora en la Major League, el Middlesbrough pagó 4.000.000, en 1999. Por Bracamonte, el Torpedo Metallurg dejó una valija con 1.100.000. Un poco menos fueron pagando por Wilfredo Caballero, Alfredo Moreno (goleador en México), Christian Giménez, Fernando Ortiz, Gastón Sangoy. Y las tres ventas de juveniles más recientes son las de Bruno Urribarri (en diciembre) y la de Luis Ibáñez, ayer nomás. Más de dos millones entre los dos, apenas ventipico de años y un puñado de partidos en Primera (Ibáñez sólo 170 minutos).

Y todo, por supuesto, sin contar el as en la manga que todavía conserva Boca: Rodrigo Palacio, de irse en estas horas, dejará cuanto menos 25.000.000 de dólares. Si no, seguirá potenciado un equipo que es mirado con ojos de rico. Sobran razones. Y billetes.

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