sábado, 24 de mayo de 2008

Feliz Dia De La Paternidad Bostera...24 De Mayo

Boca lo goza como nunca: eliminó a River con un 3-0 lleno de vértigo y emoción. Con la magia de Riquelme y la emoción de Palermo volteó a un River defensivo.

íGriten, vamos! íGriten, todos! íVos, en la popular, aunque no te puedas ni mover por la cantidad de gente que hay! íVos, en la platea, parate y festejá! íY quiero que escuches vos en el palco! íCorré el champagne a un lado, sacate la corbata, hacela un bollo y tirala a cualquier lado! íEn La Boca y en cualquier barrio! Lo pide Juan Román Riquelme y es una orden, derecho que le otorga su enorme talento. Porque acaba de poner el 2 a 0, porque Bonano fue engañado por su botín derecho y voló a buscar el penal justo al otro lado de donde iba, porque Boca termina de sentenciar que en casa no le van a robar la clasificación. Y es lindo, es bellísimo, porque le ganó con justicia, con actitud ganadora, por demolición. Por eso es emotivo, brillante, emocionante. Y cuando se habla de eso, de lágrimas de alegría, nadie se puede olvidar de ese compadre de Román, ese Palermo que entró como una fiera enjaulada y terminó llorando. Dicen que los hombres no lloran. íMentira! Anoche lo hizo Palermo, lo hicieron los hinchas de Boca. Y lo hicieron los de River, pero por otra cuestión...

Decidido, concentrado, Boca salió con el corazón caliente. Pasar por arriba a River era el objetivo, casi la obligación por el 1-2 del Monumental. Pero corrían rápido los minutos y no podía romper el arco de Bonano. Posesión de pelota, control anímico del partido, un penal a favor no cobrado (Yepes a Gustavo Barros Schelotto), jugadas mano a mano (Delgado se lo deglutió frente a Tito) y nada. Cero gol. Y la amenaza de River, que podía llegar a castigar en alguna contra si despegaba la cola del fondo. Así pasó el primer tiempo, que sembró varias dudas: ¿las piernas podrán obedecer las órdenes de la cabeza en el final? ¿Si no pudo manejando el partido, cómo hacerlo si River se despierta? ¿Otra vez la misma historia de ser más en el juego pero no en el resultado? La incertidumbre coqueteaba con todos, era la reina de La Boca.

Se necesitaba a alguien para poner calma entre tanto nervio, para mostrar categoría entre tanto músculo tenso. Y ahí apareció Riquelme, el que lleva la 10 que supo ponerse Maradona, la pisó recostado sobre la derecha y cambió de frente para la entrada de Delgado, la salida dubitativa de Bonano y el cruce a destiempo del fondo de River. Entonces el Chelo, el mismo que había errado antes, en el momento más complicado del partido no falló. Gol y a buscar más. Ahí estuvo la diferencia de ideas entre los dos equipos. Mientras que Boca fue y fue, River vino y vino. Boca quiso ganar, River trató de cuidar la diferencia. Gallego, antes del partido, dijo que había dos formas de jugar el superclásico. Una, la más fácil según él, esperando para salir de contra; la otra, la que prometió buscar, cambiando figuritas, ataque por ataque. Por decisión y un poco por imposición de Boca, peligrosamente elegió la primera. Y comprobó que no era tan simple.

Encima, Boca, arriba en el resultado, empezó a generar un monstruo, a jugar una batalla psicológica furiosa. Esa que había planeado Bianchi en otra maniobra riesgosa: Palermo calentaba a un costado. La gente lo miraba, las cámaras lo apuntaban. Afuera dominaba él y adentro se imponía su equipo, el que no quería ir a los penales. El que mata con los grandes pero tiene pibes que pueden enloquecer al más famoso. La prueba la puede dar Trotta, un guerrero que fue a buscar la pelota abajo con Battaglia (había entrado por el Melli Gustavo), llegó tarde y penal. El del gol de Riquelme, el previo al grito de descarga del gigante Palermo.

¿Y Aimar? Luchó, se tiró al piso y trató de demostrar por qué es uno de los grandes jugadores del fútbol argentino. Pero cada vez que la agarró no encontró alternativas, alguien con quien crear, con quien tocar e ir a buscar. ¿Y Saviola? Corrió, trató de despegarse, pero al arrancar de tan atrás le era muy difícil verle la cara a Córdoba. ¿Angel estuvo? Sí y casi le complica la noche a Boca. Primero perdió el mano a mano con su compatriota en una jugada en la que se equivocó Samuel, en el segundo tiempo no llegó a ponerle aunque sea la punta del botín a un pase que pasó por todo el arco y se fue. ¿Los demás? A marcar. Por momentos con una línea de cinco que formaban Ramos, Trotta y Yepes por el medio, más Lombardi (arrancó de ocho y luego pasó de cuatro cuando entró Franco por el lesionado Ramos) y Placente por los costados. Con Berizzo, un defensor, como cinco retrasado y Zapata y su inexperiencia por la izquierda. El aguante no aguantó. íGozá, Boca!

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