Amo Y Señor...
Una buena para Ischia: Román volvió enchufado y de humor. Y, clave para Boca, dejó atrás el cruce verbal con Cáceres, con quien jugaría sin dramas. Así va llegando a su fin la novela argentino-guaraní...
Su aparición, después de la polémica que estalló justo una semana atrás y de jugar ante Uruguay en el Monumental, se hizo esperar y fue el último en dejar el vestuario, rodeado de Damián Díaz y de Luciano Figueroa, viejo conocido del Villarreal. Una vez en la cancha sintética, se abrazó con el AC Celoria, saludó uno por uno al resto de los integrantes del cuerpo técnico y se quedó de brazos cruzados escuchando la charla de cinco minutos de Carlos Ischia y del PF Juan Manuel Alfano. Durante la elongación habló mucho con el kinesiólogo Rubén Araguas. Y luego salió a correr, con una enorme sonrisa, ahora cerca de Hugo Ibarra, uno de los dos amigos que, según él, hizo en el fútbol.
Justamente, lo feliz que se lo vio en su regreso a Boca sorprendió a propios y extraños. Se rió mucho. Sí, se rió mucho. Saludó personalmente a casi todos, de utileros a kinesiólogos. Anduvo abrazado a Lucho Figueroa, como dándole la bienvenida al plantel. Era una clara actitud para cambiar esa aparente falta de felicidad y motivación que suele exhibir en su rostro y de la que, en parte, lo había acusado el paraguayo Cáceres.
También a la hora de los ejercicios físicos se vio a otro Román, con otro nivel de exigencia, sin las molestias que a veces le impiden trabajar a la par de sus compañeros. Gimnasio, sentadillas con pesas, carrera con vallas, zigzag eludiendo conitos y pasadas, primero en la cancha sintética y luego en la principal, durante una hora y media, de las 10.10 a las 11.40, cuando cerraron con trote libre y aceleración a la orden de Alfano. Fue como si la amonestación ante Uruguay le hubiera venido bien para no viajar a Santiago de Chile, descansar y recuperarse de la seguidilla de partidos que acumula desde los Juegos Olímpicos. Y así, pensar en River, el gran objetivo.
El cierre de su vuelta al club fue con un picadito informal de media hora, en el que su equipo (Ibarra, Neri, Gracián, Damián Díaz, Calvo y los más pibes) ganó 6-2. Cuando Ischia (hizo de árbitro) lo terminó, le pidió una pelota a Díaz ("dame la pelota y andá a bañarte", le dijo), le pateó unos tiros libres a Krupoviesa y luego de preguntar la hora, a las 12.20 se fue.
Aunque no habló en privado del cruce con Cáceres ni tampoco en público, se sabe que Román prefiere dar por terminada esta historia y cerrar definitivamente el cabaret. Según le dijeron desde su entorno a Olé, considera que a Cáceres se le fue la lengua pero no que sea una mala persona ("es un buen muchacho", comenta en la intimidad). El 10 ya se desahogó el martes pasado, lo que tenía que decir lo dijo por televisión y ahora sólo queda ver cara a cara al defensor el jueves o el viernes, cuando el paraguayo vuelva de su selección con la intención de ofrecer disculpas.
Para Ischia, incluso, Cáceres no está en duda para el Súper por su pelea con Riquelme, sino porque debe esperar a ver cómo regresa el jugador del partido de mañana ante Perú, en Asunción. Es más, desde el entorno del guaraní creen que será titular. Es que el clima, una semana después, ya se enfrió y no hay intenciones de que se recaliente en la previa de un partido clave. Riquelme volvió y, amo y señor, le hizo un guiño a Cáceres (y a Ischia) y puso la Casa Amarilla en orden. Al menos ésa es su idea en este momento, buscando una tranquilidad que conviene en la previa del Súper. 'Y después?
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